Nuestra experiencia antes y durante el Unschooling

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Unschooling MoniDragón

Desde niña la enseñanza dada en la escuela no me parecía relevante, para mí la escuela era un sitio social más y para mis padres era sólo un requisito social. Nunca le dieron importancia a las notas, nunca hicieron seguimiento de mi conocimiento, siempre sentí que ellos estaban seguros de mi inteligencia.

Al terminar el bachillerato me dijeron que lo importante era el conocimiento y no el título. Ellos no tenían idea que me estaban preparando para practicar unschooling con mis hijos.

Ellos no tenían idea que me estaban preparando para practicar el unschooling con mis hijos. Clic para tuitear

Por conversaciones con otras madres en distintos puntos de la maternidad, me doy cuenta que el 90% de las mujeres deseamos mantener un estado de naturalidad en la vida de nuestros hijos, dejar intacta su personalidad y permitir el desarrollo completo de sus dones.

Luego todos esos sueños, deseos y planes son contrarios a la sociedad y la gran mayoría termina por desistir de esto al verlo inviable, utópico, ingenuo y un sinfín de adjetivos que he escuchado al respecto. Y que yo misma llegué a pensar.

Antes de la edad escolar de mis hijos pude llevar a cabo mi plan de dejar intacta la naturalidad de las cosas en casa, ya que socialmente supe cómo defender mi punto de vista y criar a mis hijos fuera del yugo egocéntrico dónde el adulto tiene la razón y el modelar sus conductas a fuerza de golpes.

Innegable que tuve dudas y algunas veces caí en esos patrones y al final sentía que me había traicionado a mi misma y cada vez era más fuerte mi empeño por un cambio de paradigma.

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Llegada al Pre escolar

Luego de pasar por varios colegios que no tomaban en cuenta al niño como ser, siguiendo mi instinto y no dejando pasar los “períodos de prueba” para que se adaptara mi hijo mayor a su nuevo aro moldeador de la sociedad, conseguí un pre escolar que era acorde a mi pensar, tanto, que 10 años después aún mantengo contacto con la directora y subdirectora de ese pre escolar.

Mi hijo mayor no tuvo que adaptarse a ese entorno, el sólo era; al año siguiente mi hijo menor también entraría a ese pre escolar.

Fuera de lo que pasaba dentro del pre escolar, había presión social a hacer las cosas como siempre se han hecho y esto fue afectando la relación dentro del núcleo familiar al no ser compatibles con lo que veníamos haciendo, además de no ser coherente a lo que veníamos sintiendo.

La primaria y punto clave de nuestra decisión

Cuando mi hijo mayor entró a la primaria no me quedó duda de dónde está la primera ruptura entre padres e hijos y eso es en la escuela tradicional, dónde se confunde el apego con malcriadez, la individualidad como independencia y la obediencia con respeto.

Al ser una en un mar de personas, dudé otra vez si mis formas eran una utopía, si estaba siendo ingenua o si esta forma de vida es inviable y me hice la vista gorda para con mis propias creencias y decidí probar qué era esa atractiva vida dentro de la sociedad.

Mi primera llamada de alerta fueron los libros de texto escolares, una manera muy burda de adoctrinamiento hacia el deber ser, una ventana muy sesgada de las decisiones que se deben tomar, una elección a dedo de las definiciones a enseñar con un tilde bastante encadenante.

“Haga una lista de los objetos materiales que hay en su casa”, “sin bienes públicos no podemos vivir”, “valores y antivalores”… ¿y el pensamiento crítico?…

Al ser una en un mar de personas, dudé otra vez si mis formas eran una utopía, si estaba siendo ingenua o si esta forma de vida es inviable y me hice la vista gorda para con mis propias creencias y decidí probar qué era esa atractiva vida dentro de la sociedad.

¿de qué sirve tener pensamiento crítico si ya está en píldoras como debemos actuar y dónde enfocar nuestra atención?…

Y empecé a poner excusas para no llevar a mis hijos a la escuela, porque no sabía que me pasaba, sólo sentía que no podía seguir con el patrón de “aprende todo esto ahorita para que de más grande lo desaprendas”, o “todo esto va en contra de nuestras ideas, pero apréndelas para complacer a un tercero y luego no lo sigas”,.

¿Había necesidad de un paso previo al pensamiento crítico para poder encajar en una masa a la cual veo con preocupación se acerca a su autodestrucción? ¿Había necesidad de enseñarles desde pequeños a nuestros hijos a tener una doble vida, una doble moral y a mentir a otras personas solo para evitar el conflicto?

Todas estas ideas entraban y salían de mi cabeza conforme me importaba cada vez menos si mis hijos perdían clases o si se “atrasaban” como me decían con preocupación los guardianes del “siempre se ha hecho así”.

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Algo sentía y era tiempo de respetarlo.

Unos meses más tarde, decidí involucrarme más en la escuela y exponer todas estas inquietudes a la subdirectora de la primaria, la cual me apoyaba pero decía tener las manos atadas, pero que podía tener una entrevista semanal con la profesora de mi hijo para que ella vaya entendiendo mi postura y la fuera aplicando a la clase, de hecho, fue una orden que tuviéramos esas reuniones de seguimiento semanal.

Me pareció un atropello hacia la profesora de mi hijo e igual manera intentaba que estas reuniones fueran lo más amigables posibles, hasta que ya no fui ningún viernes más y el año escolar terminó con bastante tranquilidad.

Al año siguiente hubo otra profesora que no aceptó los términos, tenía una cara que ofrecerme a mí y otra que ofrecerle a sus alumnos. Fue un año duro para mi hijo mayor, ya que empezó a vivir una doble vida creyendo que era la manera natural y confundió obediencia con respeto y aprendió a mentirse para evitar conflictos.

Unschooling

Al terminar ese año escolar nos fuimos del país, a un país dónde el unschooling era una opción, en nuestro país natal no lo era, para mí era solo una posibilidad posada en una vitrina que sólo podía ver a través del cristal.

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Mi hijo menor pasó del pre escolar directamente al unschooling, mi hijo mayor tenía dos años de primaria lo que implicó una desintoxicación muy fuerte.

Al poco tiempo de llegar a nuestro nuevo país conocimos una casa escuela que tiene como pilar las enseñanzas de pedagogía 3000 y la escuela de los 7 pétalos, esta casa escuela nos abrió sus puertas a los 4, no solo a los niños, porque todo este proceso de des-escolarización lo pasamos los 4 (mamá, papá y dos hijos).

Hubo tal confianza en los brazos de estas personas que mi hijo mayor desarrolló episodios de ira continuos, dejando afuera todo ese sentimiento que tenía dentro, siendo él sin medidas, sin ataduras sociales y dejando en claro lo doloroso que es la incoherencia y la doble vida.

Mi hijo menor tomaba el papel de espectador y tampoco brillaba a la sombra de un hermano con ataques de ira. Nosotros como adultos también estábamos confundidos, con muchos miedos y muchas inseguridades.

Igual decidimos abrazar el unschooling los 4, entendiendo cada vez más que este es un estilo de vida, que nuestros hijos tienen el coraje de ser, sólo después que sus padres también se atreven a ser, que la educación es la vida y cuando uno empieza a vivir, a escucharse, a conocerse es cuando puedes tomar las riendas de tu vida y eso se replicará en tus hijos.

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Más de medio año continuaron estos episodios, siempre contenidos por este maravilloso lugar, del cual aprendimos muchísimo y estamos muy agradecidos. Estos ataques de ira fueron mermando a medida que todos íbamos entendiéndolos y dejándole su espacio sin medicamentos y cada vez con menos prejuicios.

Hacia el final de esta etapa hubo una recaída para poner en claro que era el fin de una postura hacia estos ataques. Todo es perfecto.

Meses después de este último hecho los 4 florecimos, los 4 empezamos a auto conocernos, los 4 empezamos a entender nuestras pasiones, dones y el poder que teníamos.

Mis hijos tienen una idea clara de lo que son las consecuencias naturales, gozan de un pensamiento crítico tan agudo que mezclado con la libertad que tienen más de una vez los puedes apreciar explicándome por qué mi actuar no es coherente con lo que digo. 

Meses después de este último hecho los 4 florecimos, los 4 empezamos a auto conocernos, los 4 empezamos a entender nuestras pasiones, dones y el poder que teníamos. 

 En nuestra casa no existen los castigos ni las recompensas, no existe el deber ser. En nuestra casa existen los límites que resguardan nuestro cuidado, el cuidado de los demás y el cuidado del planeta, como legado que nos dejó la casa escuela en la que estuvimos yendo activamente por un año, ya que estamos de acuerdo con que esto es sólo lo que se necesita para poder vivir en comunidad de manera armónica y consciente, el resto son caprichos, miedos personales y prejuicios.

Límites

Cuando mides las acciones de otros que causan molestias en ti, es muy útil recordar si es falta de límites o si afecta a tu niño interno herido: no es lo mismo y mis hijos son unos expertos en recordármelo.

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Entonces todos aprendemos y nadie enseña: solo vivimos. Clic para tuitear

Es un proceso muy complicado de poner en práctica y a la vez muy posible y satisfactorio. La complicación radica en el “siempre se ha hecho así” en el “deber ser”, por eso a nuestros hijos se les hace más sencillo el solamente ser, porque estuvieron muy poco en contacto con dicha estructura; para mi esposo y para mi… el reaprendizaje es el pan nuestro de cada día.

Los 4 compartimos la pasión por aprender, por descubrir cosas nuevas cada día y por poner en práctica un montón de proyectos y mientras empezamos a explorar la disciplina, la rutina y la constancia, vamos un paso a la vez y reconocemos que lo primero a trabajar son las emociones, el autoconocimiento y el vivir en comunidad que son los pilares fundamentales del ser.

Obtener conocimiento y aplicarlo es la parte más sencilla de ser humano, ya que nuestra naturaleza es el aprender. Todos somos autodidactas.


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