Es muy común escuchar a los padres de hoy decir que ya no saben qué medidas implantar, qué sus hijos se les van de las manos, que hacen un sin fin de peripecias y que igualmente no funciona nada para «mejorar» la conducta de sus hijos.
En este post te hablaré de tres cosas: castigos, recompensas y consecuencias. Enfocándome en los castigos ¿sabes diferenciarlas?
Puedes echarle un vistazo al post sobre recompensas y otro sobre consecuencias naturales para tener ejemplos y una visión más detallada al respecto.
Nos han criado bajo la premisa de recibir algo agradable si hacemos exactamente lo que otros dicen: padres, maestros, abuelos y a medida que crecemos amigos, parejas, jefes; y por lo contrario a recibir algo que no nos gusta si no lo hacemos. Entonces las motivaciones dejan de ser internas y empiezan a girar entorno del ambiente y de intereses externos que en algunos casos son muy distintas a nuestras pasiones. Dejamos de ver la causalidad natural de las cosas y empezamos a movernos por medio del miedo y no de las consecuencias; por consiguiente dejamos de ser conscientes de nuestro comportamiento y se hace cada vez más difícil responsabilizarnos por nuestras acciones. Todo esto empieza cuando somos niños y repercute cuando somos mayores.
¿Qué hacer?
Lo primero que hay que hacer es saber qué es castigo, recompensa y consecuencia
- Castigo: Pena que se impone a la persona que ha tenido un mal comportamiento.
- Recompensa: Incentivo para la realización de una tarea a alguien más.
- Consecuencia: Suceso que deviene de otro suceso.
Lo segundo es saber diferenciarlos
Cuando imponemos un castigo estamos valiéndonos del conocimientos de los gustos del otro, utilizamos esa vulnerabilidad que el otro nos ofrece para usarlo en su contra, asumiendo, claro, que el castigo no es físico:
«Si no lavas los platos no podrás ir a la fiesta de Pedro mañana»
De los innumerables resultados que puede producir este enunciado, te voy a enumerar 3:
- Satisfactoriamente obtienes lo que deseabas, el niño lava los platos: ¡La fiesta de Pedro y tu cordura se han salvado! Sólo hay que analizar qué aprendió tu hijo de todo esto y es que irremediablemente tiene que complacerte para obtener lo que quiere, que tienes todo el control de sus decisiones y que además eres una hechicera que hace que dos cosas que no tienen nada que ver se deriven una de la otra… esto me recuerda a una elegante figura que una vez hizo un berrinche porque no la invitaron a un bautizo y terminó maldiciendo a la pequeña con que al cumplir 16 se iba a pinchar el dedo con el huso de una rueca y moriría… si, hablo de Maléfica. Entonces vas a tener que ser Maléfica hasta que tu hijo viva solo, porque no aprendió la importancia de mantener los platos limpios, sino de cómo apaciguar a la bestia.
- No lava los platos, te da cáncer de hígado de la cantidad de bilis que produces por milésima de segundo; de muy mal humor lavas tú los platos y al día siguiente mantienes tu promesa, porque lo más importante de imponer un castigo es mantenerlo ¿cierto?, al menos eso te dijeron y continuamente lo practicas y practicas hasta que pase la opción que enumeré como 1. Mientras logras la opción 1, haces el paso dos que te dijeron que viene acompañado con mantener el castigo y es preguntarle a tu hijo si sabe por qué no está en casa de Pedrito como todos sus amigos, para chequear a ver si hay ilación entre «no te invité al bautizo y por eso un tercero morirá cuando se pinche un dedo» y esto es más o menos lo que pasa por la cabeza de tu hijo antes de responderte: «aquí vamos con la cantaleta» y rompes el silencio con un «¿entonces? ¿si recuerdas lo que hiciste ayer?», el soliloquio de tu hijo sigue culpándote: «porque eres muy mala y quieres un esclavo», te frunce el ceño y lo notas e intentas cambiar tu discurso hacia una consciencia de que fue su responsabilidad por no hacer algo que es importante para ti, pero no para él, cambia la cara y crees que lograste que reaccionara y piensa «porque te lo conté con mucha antelación, la próxima vez se lo digo minutos antes de ir»; como ya crees que entendió continúas tu discurso salvador hasta que tú misma le dices que fue por los platos de ayer y es cuando entiende que debe lavar los platos para que tú no te molestes.
- No lava los platos, te sientes un fracaso inmenso y además piensas que ya le compraron el regalito a Pedro y la ropita que se va a estrenar y ya le dijiste a la mamá de sutanito que ibas y no vas a poder contar que tu hijo perfecto no lava los platos. Respiras profundo y haces como si nada pasó. Con esta acción no hay manera que logres si quiera paso 1, porque tu aprendiste muy bien paso 1 y tus decisiones están supeditadas a apaciguar a la bestia social no faltando a la fiesta.
Decidí dividir en tres este tema, ya que es muy amplio, en este te hablo sobre el por qué no funcionan los castigos, en otros dos te hablaré sobre las recompensas y las consecuencias naturales.
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3 comentarios en “¿Sufrimiento por los castigos? Te cuento por qué no funciona”