Límites en la crianza: Por qué son tan necesarios


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Los límites en la crianza son reglas que dejamos claras y que somos responsables de hacerlas cumplir en cualquier grupo de seres humanos que persiguen un mismo fin.

El círculo familiar es uno de estos grupos y los padres somos responsables de explicar los lineamientos que sigue la familia y ser garantes del cumplimiento de estas.

Hay que hacer énfasis que los límites tienen dos componentes: Fijarlos y hacerlos cumplir. Es un trabajo tedioso. Es efectivo. Proporciona libertad.

Poner límites puede ser de forma conciliadora

Personalmente no creo que sea una cuestión de autoridad sino de roles, ya que estas reglas familiares están hechas con el fin de proteger al núcleo familiar y nunca para obtener un tipo de conducta o formación de pensamiento en los miembros de la familia. El rol fundamental de los padres es proteger.

 

Lo principal que uno debe tener claro a la hora de poner límites a nuestros hijos son las consecuencias naturales, ya que los límites no pueden ser trazados por medio de caprichos o temores dictados por nuestro niño interno herido.

 

Es muy probable que te preocupe no poder ver la delgada línea entre la libertad de tus hijos y el poner límites y te puedo asegurar que tus hijos podrán disfrutar de su libertad una vez que conozcan los límites del grupo.

 

Límites en la crianza

Para poder entender mejor la relación entre libertad y límites, te invito a hacer este ejercicio conmigo, el cual me fue enseñado por una persona que ha sido clave en nuestra vida familiar luego de la decisión de desescolarizar.

 

¿Empezamos?

Entra en tu personaje:
Eres un mochilero y sueles contactar a tus anfitriones de alojamiento vía internet, estos son otros mochileros que nunca has conocido en persona.

Situación 1:
Llegas de tu viaje, con todo tu equipaje, cansado de buscar por toda la ciudad la dirección de tu anfitrión. Por fin llegas y te consigues a una persona totalmente alterada que te dice que es tu anfitrión, pero le acaba de surgir una emergencia y debe irse, que su casa está al subir las escaleras.

¿Qué haces? (Tómate unos minutos para pensar cómo te sentirías, qué podrías hacer mientras tu anfitrión no está y qué harías mientras lo esperas)

 

 

 

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  1. Lo más factible es que hayas pensado que subes y dejas tus cosas en una esquina de la sala, donde molestes lo menos posible  y no te mueves de al lado de tus cosas hasta que llegue tu anfitrión.
  2. Otra puede ser que dejes tus cosas en una esquina de la sala y salgas de la casa hasta que vuelva tu anfitrión.
  3. Una tercera opción es que decidiste entrar a la cocina a hacer la cena para todos y agradar a tu anfitrión.

 

Esta persona te dio toda la libertad de hacer cualquier cosa en su apartamento, no puso ningún límite y te dejó entrar a su casa.

Te explico cada respuesta:

  1. Tu te pusiste los límites dentro del desconocimiento y más allá de ser libre, fuiste presa de la situación. Otra persona tenía el control de tus acciones, ya que no podías decidir nada hasta que el anfitrión no llegara.
  2. Decidiste no pertenecer al grupo hasta que no haya una conversación apropiada con el anfitrión.
  3. Tu emoción llega al máximo mientras esperas a tu anfitrión y cuando este llega te enteras que los ingredientes usados eran para una reunión que tenía mañana y había prometido llevar algo con esos ingredientes, así que le empeoraste la situación, aunque esa nunca fue tu intención.

 

Situación 2:
Llegas de tu viaje, con todo tu equipaje, cansado de buscar por toda la ciudad la dirección de tu anfitrión y por fin llegas y te consigues a una persona totalmente alterada que te dice que es tu anfitrión. Te explica que tuvo una emergencia y que tu habitación es la del fondo que tiene la sábana roja, que esta es la copia de tu llave para entrar, que en la cocina hay comida por si gustas y puedes usar todas las partes de la casa menos la habitación que es amarilla y la repisa de libros de leyes.

¿Qué haces? (Tómate unos minutos para pensar cómo te sentirías, qué podrías hacer mientras tu anfitrión no está y qué harías mientras lo esperas)

 

 

 

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¿Ya?, ¡Bien!

Te asientas en tu cuarto y empiezas a planificar con tranquilidad, sabiendo que si sigues esas reglas no podrás incomodar a nadie. Eres realmente libre de decidir que hacer primero y no sientes miedo de moverte por la casa.

Transferencia a la crianza

Volviendo a la situación 1, vamos a transferirla a tus hijos dónde una falta de límites puede producir falta de creatividad, alejamiento del núcleo familiar o simple y llanamente conductas confusas las cuales se hacen con las mejores de las intenciones, pero los resultados son nefastos para el grupo. ¿Hay libertad en estas acciones? ¿te suena familiar?

No es autoridad, es rol. Pongamos límites poniéndonos a la misma altura.

Si lo contrastamos con la situación 2, tu hijo sabiendo las reglas, podrá moverse a sus anchas y podrá SER genuinamente. Sin miedos, siempre y cuando estos límites sean coherentes y resguarden el cuidado personal y del grupo.

Otro factor importante a la hora de poner límites es que una vez fijadas se explican el por qué de la misma, pero a la hora de ser recordadas deben ser directas y sin más explicaciones, ya que un argumento largo en una situación de riesgo es confusa y pierde el sentido el límite.

A medida que va mostrando ser responsable para realizar algunas acciones, los límites se van flexibilizando, ya que comprende el fin de la misma. Hay veces que los límites siguen estando, sólo que ya nosotros no somos los responsables de hacerlas cumplir, porque no hace falta, nuestros hijos lo saben, aunque esto no quiere decir que más adelante volvamos a tener la responsabilidad de hacerlas cumplir.

 

Ejemplo Práctico

Un ejemplo de esto es el cocinar, cuando empezamos a enseñar a nuestros hijos a cocinar una regla típica y clara es que ellos no utilizan los utencilios de cocina filosos, que sólo los adultos pueden hacerlo. Ya luego se flexibiliza a que ellos lo pueden hacer siempre y cuando esté la supervisión de un adulto y luego se flexibiliza a su máxima expresión cuando ya manejan cada objeto de la cocina sin supervisión.

Si un día invitan a sus amigos y por el furor de las visitas empiezan a tomar dichos utencilios como juguetes es momento de retomar la responsabilidad del límite y explicar que su conducta no fue responsable para con la seguridad de si mismo y los de su entorno, razón por la cual no podrá volver a usarlos cuando haya visitas, ya que dió muestras de no saber manejar la situación con una variable más.

Que no te de miedo volver a marcar los límites.

Más adelante es factible que ya puedan hacerlo con total autonomía, sólo que el límite hay que marcarlo, SIEMPRE y esta es la manera de acompañar y cuidar a nuestros hijos.

Poner límites aplica tanto para niños como para adolescentes y adultos, sean nuestros hijos o no, siempre y cuando estemos todos juntos en un grupo con un mismo fin, tal cual el ejemplo del mochilero y su anfitrión; en tu trabajo; con tus amigos; en el equipo deportivo dónde te desempeñas; en fin, en cada grupo en tu vida.

Poner límites y respetar los límites que otros ponen son la clave para la convivencia, siempre y cuando estos sean un resguardo para tu seguridad y la de todos.

 

Teniendo esto en claro podrás preparar a tus hijos para saber qué hacer ante reglas injustas o que solo responden a los intereses de un grupo o una persona.

 

La clave es ser coherentes. Vivir de la manera que nosotros deseamos que sea el mundo.

Desearía saber qué opinas al respecto o si deseas hacer una pregunta sobre los límites, con gusto te respondo.


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